domingo, 7 de febrero de 2016

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Y a pesar de que febrero muerde con sus colmillos gélidos el derredor parece que no es así en lo personal, en lo laboral o en lo sentimental.

No se han gestado situaciones de sumo interés que tengan a bien el marcarme dentro de una nueva ruta por el dédalo a sabiendas que me encuentro aún fuera y, de esto, ya no se puede decir mucho tampoco pues, en apariencia, vuelvo a sentirme inmerso por una senda que más bien simula un sendero de llanura con poca vegetación y en línea recta.

Es como aquellos "finales de película" donde la lejanía se observa y deja a la imaginación el "qué vendrá" dando un último detalle al filme donde descansa toda tensión previa o donde no hay opción para el desagrado.

No deja de mostrarse patético el entorno social, el uso excesivo de los teléfonos inteligentes, las "selfies" en todo lugar y momento y las tertulias con todos asomados a su red social preferida en busca de aquel "meme" cómico y chusco para compartir sobre la mesa y entre los ahí reunidos haciendo un tanto a un lado el propio momento del encuentro.

Los políticos siguen haciendo de las suyas en pro de sus intereses personales y las imágenes más extremas en las noticias se destapan y muestran con menos pudor en los noticieros pues hoy las personas actúan con más saña, con menos recato, con más gana de causar daño severo por motivos y causas de poca importancia.


Habrá tiempo para todos llegado el día, existirá sin lugar a dudas la buena nueva conforme transcurran las horas, me sabré quizá más inmerso en el laberinto en pocas semanas o volveré a sus afueras y, tan cierto como lo digo, de igual manera puedo dudarlo.

Así de llano, de incierto, de pleno o dudoso...

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