jueves, 21 de agosto de 2014

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Y es que, cuando sucede así, todas las letras se abruman y se agolpan en mi cabeza intentando dar parte al comentario, a la charla y al cotejo desde tu parte y, aún y cuando ocurra en mis sueños, sospecho que se trata de la noticia que llega desde el más allá intentando inyectar al tiempo la frescura del ocurrir.

Supongo que esta vez fue Zared quien provocó el vínculo para hacerme saber de ti pues, pronto arribó a mí cierto recuerdo del devenir de todos los tuyos y supe (hasta donde supe) que debería ser "alguien externo", ajeno prácticamente a la familia quien me "contactaría" en tu nombre.

Supongo también que adoptó una forma más humana y, por más que intentó, no pudo ocultar su sencillez y grandeza mientras andaba en esa bicicleta.
Adoré tu manera de mencionarlo, de saberlo ya parte esencial en tu vida (a pesar de tu reclamo "habitual" hacia mi persona, reclamo que, sé, portarás siempre) y esa ternura extra que ya te alimenta y que sé la has adquirido desde él.
(Qué grande te has hecho gracias a todo ello!)

Conocí a alguien más que también gozaba ya de los beneficios de tener a alguien a su lado en pleno y la manera como dicha presencia cambió y cambia hoy día aún la vida, su vida... y esta ocasión indagué por mí: ¿Cómo es que no ocurre conmigo? ¿Cómo es que no se presenta alguien así conmigo?
¿Acaso es que ya lo tengo a mi lado y no lo he visto o permanece tan escurridizo, sutil y efímero que se torna apenas perceptible?

Yo sé que son ángeles todos ellos que cuidan más directamente de nosotros y me parece hermoso en verdad el que podamos conversar e interactuar con ellos de esa forma como ya tú lo haces con él, sin embargo, sospecho que es cierta envidia la que me acerca a este espacio para hacerlo "público" y subrayar el que yo no tengo uno de esos a mi lado... De cualquier forma la pregunta ya está hecha.

Si aquellas ocasiones leías sin entender nada, ojalá, esta vez al hacerlo sencillamente comulgues con cada línea escrita y vuelvas a saber con certeza que sí, existe ya un ángel en tu vida que ha terminado por contactarme en sueños a sabiendas de este afán trunco por saberte un poco... así, como lo era antes.


Gracias a ambos: a ti por mantenerte latente y a él por traerme tu inasible cercanía.
Supongo que resulta por demás el volver a pedirle aquí que cuide de ti pues, él, sabe a la perfección cómo hacerlo sin siquiera recordárselo.

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