martes, 13 de agosto de 2013

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Quién me manda ser así de sensible y, peor aún, no poder jactarme de ello o intentar al menos hacerle saber al mundo de mi estatus sentimental...

Quién me manda hurgar aquí y allá en ese sentir de quien acompaña mis días y no dejar que sólo ella sea quien me comparta lo que desee sin forzar nada...

Quién me manda el querer aparentar tranquilidad mientras se me habla cuando se malinterpreta ello como si no me interesara de lo que se comenta...

Quién me manda seguir fuera del laberinto y que todo se observe de manera totalmente ajena, reversible, revuelta y con severos altibajos que sólo destiñen mis pupilas...

Quién me manda el seguir sosteniendo algo que se predice insostenible o el seguir participando en algo que no parece ser partícipe para mí...

Quién me manda hablar desde el fondo si ya ni siquiera mi propio fondo me escucha, me cree o resulta con fundamento para después no ser cuestionado...

Quién me manda "intentar aprender" de los demás (como lo había hecho de manera habitual hace unos años) si aquellos quienes se acercan parecen ser personas con mayor decisión o determinación que la mía...

Quién me manda sacar cuanto me incomoda o disgusta de la vida si, aparentemente, ya no hay quien me escuche o se ofrezca para no juzgar sino simplemente escuchar...


Quién me manda ser así de sensible y que cada sentimiento tenga repercusión negativa en mi entorno...
Quien me manda intentar ser comprensivo y que luego te lo echen en cara con todo lo contrario...

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