viernes, 8 de febrero de 2019

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Tal vez haya aún dentro de mí ese pequeño resquicio por donde se cuela un minúsculo atisbo de lo esencial del amor y/o de la vida para que yo termine llorando después de ver aquellas desgarradoras imágenes de una madre suicidándose con su hijo de diez años de edad ocurrido hace unos días en Colombia.

Mis ideas, todas, se confunden; todas se entrelazan, se cruzan, se apretujan y revuelven en todo lo que queda de mi entender para terminar en notorios y sonoros sollozos luego del suceso que no detallaré aquí pues, aquellos vídeos son más que gráficos y elocuentes.
Y es que aún me cuesta poder escribir sobre este respecto.

Mi labor como músico e intérprete sólo me permite sembrar ese intangible suceder de las notas en el tiempo; notas que juegan en los sentimientos y recuerdos de quien me escucha y que pueden terminar en ser satisfactorias o rechazadas. Es esa dualidad la que juega constantemente cuando me presento.

Los tiempos actuales muestran a una sociedad individualista totalmente aislada de lo esencial del vivir y suponen que el poder de la información y/o la cultura la poseen en su mano con su teléfono inteligente o su uso de las redes sociales cuando, ni siquiera, se preocupan por el buen uso de las grafías al querer expresarse y, muchos menos se dan cuenta, de que se aíslan un tanto más al abusar del dispositivo.

Nadie, absolutamente nadie entendería la situación concreta de aquella mujer y mucho menos le perdonarán el haberse llevado por los aires a su hijo para también quitarle la vida... No, no deseo entrar en polémica, es sólo que recuerdo lo que alguna vez tuve por idea realizar en mi persona y es entonces cuando concluyo que no tengo armas para juzgarla a ella ni a nadie que ha optado por ese camino e irse de este mundo.

Casi sostengo que no existe ningún psicólogo que pueda frenar la decisión de quien atenta contra su vida mientras se les ve hablando con ellos en ardua labor porque desistan pues, insisto, nadie sabe ni entendería la situación concreta de la probable víctima.
Y es que los imagino "dando cátedra cual 'couch' de superación personal" (y sonrío mientras plasmo ésto) pues sé que terminarán por sólo ser palabras sordas ante el suicida que ya tiene su decisión tomada.

No podría hacer nada como músico tampoco para evitar un suceso así... pero no es el punto en mi escrito pues, de momento, sólo estoy recapacitando en ese resquicio por donde entra quizá el atisbo de lo que es el amor y/o la vida y me hace terminar sollozando después de mirar el suicidio de una madre con su hijo de diez años de edad... (pues, hace tiempo ya, que he perdido la credibilidad a esto que todo mundo llama vida).


Es entonces cuando, tal vez, la respuesta a grandes interrogantes de este existir se muestran frente a mí y, lejos de yo entenderlas, sólo las dejo al tiempo, al escrutinio del psiqué, o a que sea el viento quien sostenga dicha respuesta para intentar rescatarla desde ahí en determinado momento que podría ser crucial en mi existir.

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