miércoles, 13 de abril de 2022

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Llegará el día en que amanezca con menos sol y entonces adivinarás (al igual que yo) que estamos entre nubes que, aunque haya bruma, la luz se filtrará desde cualquier recoveco celeste y deseará tocar la tierra... la misma tierra que pisamos juntos o que recorrimos envueltos en sueños.

Llegará el día en que caiga la tarde y te envuelva (al igual que a mí) la oscuridad sabiendo que de cualquier manera habrá de amanecer... y desearás entonces hacerlo a nuestra usanza... a esa manera particular que alguna vez tuvimos.

Llegará el momento en que un carruaje de recuerdos cabalgue hasta ti (y hasta mí) con estruendoso galope, se observe el polvo detrás y sólo eso quedará... mas no con desdén, no con enfado, no con descobijo, sino con toda la experiencia encima. Entonces volverás a esbozar esa sonrisa cómplice.

Llegará el momento en que ni las horas te pesen, las llagas del tiempo te parecerán sutiles marcas en el rostro o en tus manos y caerás en cuenta de qué tanto hicieron en alguien, en el entorno, en tu mundo... aquel que compartiste conmigo y que te orilló a cederlo todo por mucho menos que amor.

Llegarán los sueños, las imágenes, las miradas perdidas como si se hubiese detenido la vida, las sensaciones, las canciones... y, sin mediar palabra alguna, una lágrima te delatará mostrando a todos tu lado sensible pero definido; tu lado afable y con desinterés.  Tu lado amoroso, el de siempre.


Llegará, tenlo por seguro que llegará y, así sin más, quizá nos volveremos a encontrar y entonces la sonrisa o la mirada entrelazada no sólo será tuya o mía, será de mil colores que todo este transcurrir de los años nos habrá marcado como el uno que fuimos.

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