jueves, 22 de marzo de 2018

.

Existen vías de desahogo.

Quiero creer que, la mayoría de las personas optan por llorar y dejar en ese derrame salado gran parte de su frustración, enojo, rabia e impotencia (entre muchas otras causas).

Habemos quienes recurrimos a la música. Alguna composición con un texto claro, confuso o abstracto en referencia al hecho sucedido y que deja atrás al quedar impreso ahí, con notas, texto y acordes, toda esa gama de sentimientos que deterioran el alma... aunque, al volver a cantar o interpretar el tema se recurra al recuerdo. Pero es parte de la catarsis.

Habrá quien suele escribir solamente, dejar en poemas o prosa su acontecer y/o delirios para vida de dar cauce positivo a lo que nos merma y, bajo este tenor, el hecho de que quede impreso en alguna parte ello "ya es ganancia"... las vías: un libro, poemario, recetario, diccionario, qué sé yo!
Cualquier vía, incluso la digital, puede dar con esa parte que deseamos extraer de nuestro sentir.

Hay quien recurre al amigo (a). Salir del entorno conflictivo y acudir a ese lugar "neutro" donde no nos puede atacar ningún recuerdo y donde en verdad podramos concentrarnos e intentar razonar o desgranar los hechos para no cometer alguna estupidez por impulso... y, aunque se supone que el recurrir al amigo o amiga es lo ideal, en ocasiones no resulta favorable.

Sin embargo, no conocía quienes optan por gastar... por obtener un bien material o monetario para vida de sustraer parte de sus miedos, frustración o sentimiento. Lo caté anoche en un casino al cual acudo regularmente.

Ella, jugando al bingo, al tiempo que tachaba en su boleta cada número extraído, hacía anotaciones detrás de su cartón...
Así fue que "nos enteramos" que su "Jony" (como ella lo escribió) había hablado con quizá "su rodilla" y esa fuera la "causa de su tristeza" (pues se leía textual). No voy a colocar la foto aquí de dicho cartón binguero, sólo me llamó la atención que lo dejara sobre una mesa y, en el siguiente sorteo y juego, lo haya tomado yo, leído y en menos de dos horas "ya todo el casino sabía de su caso" pues dicho bingo mal llenado rodó de mesa en mesa dando fe de su contenido al reverso.

Qué decir de la mujer... joven, de buen talante y porte, con suma simpatía y asediada por más de alguno en el recinto pues, nada fea ella, iba y venía de máquina en máquina y siguó jugando a su suerte por más de tres horas en el lugar. Crucé alguna mirada desde sus ojos y no derramó lágrima alguna en ningún momento (incluso hablando telefónicamente desde su IPhone... supongo que no iba a llorar estando ahí o haciendo melodramas... bah! en fin.


Las razones y motivos que nos obligan pues a ceder ante cualquier sentimiento que nos pueda mermar proviene de cualquier fuente y, por lo general, tiende a ser la amorosa... lo que sigue llamando mi atención es la vía que utilizamos para encauzar y/o desviar nuestra atención momentánea del hecho... es esa manera genial de "echarlo todo afuera".

No hay comentarios.:

Publicar un comentario