sábado, 16 de marzo de 2024

 .

Es lindo (hasta cierto punto) que quieras encontrarte entre mis letras cada vez que ingresas a mi sitio... pero, en verdad, hay ocasiones en que sólo escribo para mí, para intentar desgranar pensamientos que no parecen ir a ninguna parte y que, al plasmarlos aquí, encuentran cierta cavidad por donde pueden huir por fin de.

Es atractivo (hasta cierto punto) el tener una conversación con aquel nuncio que, honestamente, nos ha dicho que se ha adentrado a ese mundo religioso sólo por interés... o, al menos, es lo que siempre supe pues resulta "inofensivo" el tratar de todo tipo de temas con él a sabiendas que no se podrá ofender ni sentir que se está mofando de su creencia... cualquiera que esta sea.

Es absurdo (hasta cierto punto) el que un automovilista te reclame el hacer fila para entrar en la gasolinera cuando él ya la hizo y su toma está del lado opuesto a la de tu vehículo... Ya sé que el adelantarte no es nada ético o que infringe las "normas urbanas y/o de cortesía mas la pregunta sigue siendo la misma: es que así decides alzarte de la cama cada día? ...sólo para salir a buscar problemas con personas aprovechadas y poco corteses como esa mañana lo fui yo?

Es necesario (hasta cierto punto) recapitular cuánto daño se ha provocado en los demás cuando lo real es sólo reconocer que ya se ha hecho y no hay manera de revertirlo...  No terminaría por enumerar todos esos erros y, lo que es peor, uno a uno me siguen abordando en mi recuerdo y me hacen trastabillar en la actividad que ejerza... Será acaso que necesito pedir perdón otra vez con cada afectado porque estoy a punto de morir?


Es realmente estúpido el que, antes de la última estación, se queden personas en plena puerta del tren "esperando bajar rápido" en la próxima... No sé si no se percatan de dos cosas: La primera, es que NO permiten que uno aborde! y la segunda es que TODOS, TOOODOS BAJAREMOS EN ESA ÚLTIMA ESTACIÓN!!
Más pendejos no pueden estar!
No llegarás más temprano si desciendes primero de dicho tren y corres hasta las escaleras eléctricas!
Cuánto tiempo puedes "ganar" con eso... veinte, treinta segundos!??

Babosos!

jueves, 22 de febrero de 2024

 .

Aquella ocasión quedé impactado por una frase escuchada en una canción de autor desconocido que rezaba: "...y esta tarde no será sino otro recuerdo".
En aquel entonces mi vida se gestaba con suma naturalidad, con gran tesón y con el desenfado de vivir el día a día "como viniera" afrontando cuanto obstáculo se presentaba y librarlo altanero, capaz.

Y no fue sino hace algunos días que recapacitaba en dicha frase, melódica, con su cadencia adecuada a manera de nostalgia y donde se hacía mención al amor de pareja y que bien puede acentuarse en cualquier ámbito o índole.

Recapacité entonces que todo se mantenía siempre en un pasado (incluso, mientras tú, querido lector repasas estas líneas, ya forman parte de un recuerdo)... todo! excepto quizá una acción "constante" (por decirlo de una forma pues si digo que "estoy corriendo", y lo hago mientras estoy corriendo, no deja de ser "un presente constante, en acción".  Es por demás decir que, al dejar de correr, ya no estoy corriendo, sino que corrí... y entonces se justifica ese "vivir en un pasado siempre".

No quiero decir que entonces todo se torna una paradoja al desear "alcanzar nuestros sueños y descubrir con ello que siempre se tornan inalcanzables"... en el juego de "ir hacia el futuro" terminamos siempre "con o en un pasado".

Y entonces: ¿qué es el presente? ¿De qué diablos sirve pensar en el futuro?
No me quiero leer negativo ante la vida y lo atados o dependientes que nos encontramos al tiempo mismo... que aún "el tiempo" (y como tal) es un 'invento' del hombre (no del universo) al desear medir todo.


Y así me siento en estos días... sumergido con cada instante en un pasado, donde todo habita en un remembrar, donde todo transcurre cual compás tras compás de una canción y desde donde no se atisba ningún futuro... sólo "el momento que se presenta, se ejecuta y donde tanto la mañana, como la tarde o la noche no será sino otro recuerdo..."

domingo, 21 de enero de 2024

 .

En  momentos de reflexión acuden decenas de detalles que han forjado mi andar por este mundo.
Detalles que suelen acentuar lo decisivo de cada uno de ellos o lo que en sí me han motivado, en cierta medida, a seguir o a desistir.

Acude a mi recuerdo cada paso o trayecto por esta urbe, tanto en solitario como acompañado por las personas que representaron parte sumamente relevante en mi vida. Mi esposa, sin duda alguna llena muchos de ellos. Es obvio el decir que, caminando a solas por dichos lugares, su presencia sigue ahí amorosa.
Ella, asegura, he cambiado... y quién no?

Acude a mi recuerdo cada error cometido, cada estupidez, cada frase que no debí decir y, aunado a esto, la reacción de aquellos a quienes "ofendí" con mi desvarío o desfachatez... aunque, más peso tiene el haber abierto el corazón con una frase y ser fríamente rechazada por quien la recibía.
Y no, no estoy escribiendo mi "Requiem". Sólo recapitulo.

Acude a mi recuerdo aquel dolor de estómago por vergüenza, por miedo, por enojo o frustración o por el simple hecho de posarme sobre un escenario antes de iniciar alguna presentación importante.
La música pues ha sido mi bastión de vida y profesión desde donde logré asirme y protegerme de desdichas, tristezas muchas, desamores y dolores provocados por otros recuerdos que han deformado en ocasiones quién soy o pretendo ser... y que, a fin de cuentas, no he terminado por descubrir.

Acude a mi recuerdo un escenario, foro, galería, finca, entorno... Una mesa, cama, habitación, una prenda quizá... Una sonrisa frente a mí, una mirada, el color de un abrigo, un vestido... El color del mar, de la piel.  La sensación del frío, del agua al sumergirme, el calor del sol, el aroma de las rosas o del chocolate... del cigarrillo.
Cuán difícil resulta por ende este seguir atados a lo mundano...


Y más que estar o seguir atados a lo mundano, el simple hecho de seguir con vida nos ata a ella en cierta medida, con todas sus armas y para seguir en enseñanza constante...
Así, seguirán los momentos, los errores, las sorpresas, los nervios y cada sensación que seguirá sumando recuerdos a la ya larga lista de ellos.

jueves, 28 de diciembre de 2023

 .

En la vida no ocurre aquello de que una mujer hermosa tropieza al lado tuyo y, al ayudarle, las miradas se cruzan y terminan enamorándose ambos a primera vista para luego vivir felices por siempre.

No ocurre el que, con sólo un boleto de lotería, te ganes el premio mayor y puedas hacerlo rendir tanto que hasta sucursales de tu propio negocio podrías tener y vivir holgado económicamente y hasta la muerte.

No ocurre el que tu llanta ponchada aguante hasta la llantera más próxima y sólo requieras el suministrarle aire para seguir tu camino o el que un sólo tanque de gasolina te lleve y traiga de la ciudad a la playa...

No ocurre el que, a más dientes caídos o extraídos, el ratón de los dientes te dejará más y más dinero o el que se te aparezca un hada y te haga el más santo y bueno... qué decir del genio famoso de la lámpara...

No ocurre el que tu agenda se cubra a la perfección y que todo salga exactamente como fue planeado... qué decir del uso racional y/o proporcional del tiempo para que te alcancen para todas tus actividades las horas del día.

No ocurre el que tu organismo aguante todo cuanto ingerimos sin enfermar o sin padecer de gastritis, úlceras gástricas y demás padecimientos intestinales... al menos no en un par de meses.


Lo que sí ocurre, y todos los días, es que ciertas personas impidan que ingreses al tren urbano dado que se quedan en la puerta porque bajarán en la próxima estación sin entender los pendejos que ES LA ÚLTIMA y que TODOS bajaremos ahí por ser justamente el final del recorrido!

Es acaso por el querer ganar algunos segundos de tiempo para llegar más pronto a la escalera eléctrica y subir primero a ella y escalar más de prisa!!?
¿¡Sólo por unos segundos!?

sábado, 18 de noviembre de 2023

 .

Quédate con todo aquello que te hizo sentir bien, que te creyó rejuvenecer al tiempo mismo que transcurría un año u otro... así como está casi por terminar éste.

Quédate con la llamada, con el abrazo, con la mirada misma que se postró donde sólo tú sabes y que fue discreta cuando se requirió, cuando se erizó el vello, cuando la llama misma del amor se encendió.

Quédate con las sombras que te compartieron intimidad, que te descubrieron desnuda y te ataron por un momento a su soledad, a la desdicha de lo efímero, al sollozo apagado o escondido.

Quédate con una de dos, con dos de tres o con la cantidad que precises para que nada te falte en ese momento de incertidumbre, de desgana, de parquedad... que tu llama no fenezca y que sobre calor.

Quédate con el recuento de los daños, con las ganas mismas de seguir, con ese desvariar cuando te apoyas en la droga del amor, del sueño, del desvelo o de alguna droga (por qué no)... que no habrá más vida para repetirlo.

Quédate con todo entre tus manos, con los bolsillos llenos y la mirada perdida... que nadie se atreva a reclamar su espacio cuando es el tuyo o la voz cuando sea la tuya la que se deja escuchar.


Y luego, quédate vacía ante mí... que yo apeteceré cuando me ofrezcas desde tus manos llenas, tu amor entero, tu desdicha, tu sollozo o tu soledad pues, hasta tu sombra, deseará siempre ser parte de mi vida.

martes, 17 de octubre de 2023

 .

Y, a propósito de, el mes pasado me visitó en el lugar donde trabajo Edxon Castro. Uno de los integrantes del famoso grupo de música andina "Cuya Pique" y que, al lado de otros talentosos músicos, hicieron saber a Los Cabos que existía la mejor música con la mejor interpretación.

Fueron por demás insuficiente las tres horas en que estuvimos recapitulando anécdotas y escenas vivenciales. Nombres importantes y demás salieron desde nuestros relatos.
Mas cabe aquí aclarar que, gracias a su visita, pude exteriorizar mi enorme afecto hacia todos y cada uno de quienes se cruzaron por mi vida en mi estancia en aquel lugar paradisiaco... obviamente él uno de ellos.

Cada lugar, cada cita, cada comentario y acción no "tuvo relevancia" entonces, sino hasta años después en que, remembrando y analizando lo vivido conforme pasaron todos estos veintidós años, pude entender y desgranar inmerso en mi experiencia actual y analizando quién soy y qué tanto "fui forjado" gracias a todos allá.

No quise quedarme en aquel momento en Los Cabos. Pude haberlo hecho.  Era entonces célibe, joven y con toda la vida y la música por delante... pero ya existían "suficientes heridas" como para nunca regresar siendo crudo y tajante.
Y es que conocí de todo en aquel pueblo... de todo! Desde la dicha más inmensa hasta la desdicha más profunda, las decisiones más importantes hasta las más absurdas, las más grandes hipocresías, la tranquilidad y estabilidad tanto económica como sentimental, lo hermoso de la vida y lo grande y enorme que pueden ser los amigos... sí, aquellos que sólo caben enumerados con una mano. Qué decir de mi aprendizaje musical...


Y, reitero hoy y siempre, gracias mil a todos ellos, a todos sin excepción y desde lo profundo de mi raciocinio, alma y corazón.
No tengo ni tendré palabras suficientes para tanto aprendido y rescatado desde ustedes y, en esta ocasión, sobre las palabras y presencia del propio Edxon... a pesar de las lágrimas.


Con cariño y afecto para: Edxon Rodrigo Castro Pérez Cortés.

domingo, 17 de septiembre de 2023

 .

Fue en Los Cabos (B.C.S.) a fines del siglo pasado donde forjé gran parte de mi vida tanto sentimental como musical.
Quienes me conocieron en dicho sitio lo podrían constatar sin dudar.
Ahí, con sus altibajos mayúsculos referente al clima es que desarrollé al extremo mi corazón y desde donde me jacto de haber vivido lo más intenso de todo mi existir siendo joven.

Hoy acuden a mis recuerdos sus calles, su carretera transpeninsular, su gente, aquellos rincones que "prometían" ser atractivos cuando ni siquiera los nativos podrían llegar a asegurar tener.
Y cómo no recordar lo denso de su aire en verano estando tan a pie de mar, cada andar callejero a altas horas de la noche en busca de la distracción (sobre todo musical) o aquellas caminatas descalzo sobre la arena cálida en invierno aún a dichas horas... Ese rumor nocturno, los puestos callejeros, el aroma a humedad.

Cómo olvidar los pocos, muy pocos lugares donde se podía encontrar estancia acorde al gusto...
Uno de ellos y que ofrecía música en vivo era nada menos que "Amigos Pizza" (en San José del Cabo)  propiedad del señor Ángel Mares donde se presentaba el maravilloso "Cuya Pique" (originario de la ciudad de México) y que casi cada semana, en su descanso, me ofrecía su escenario para hacer de la trova el momento... y yo, con mi bandera de Silvio Rodríguez, hice de aquellas noches algo diferente para todos quienes ahí se encontraban.

No podría asegurarlo, pero quizá era entonces el único sitio donde se podía escuchar un género diferente a cuanto se dejaba sonar en cada lobby hotelero de toda la gama que ahí se ofrecía o en los distintos bares y antros de la zona.

Los años pasan y algunas personas apuestan a lo diferente en aquellos lares como lo es hoy "Bardo, mezcal, fuego y canciones" y que sugiere tanta diversidad musical y de calidad que me haya provocado el frenetismo total si hubiera existido cuando viví allá...
La vida me juega actualmente así y añoro todo tiempo aquel y este mismo presente sin poder estar allá para vivirlo y revivirlo, catarlo y gozarlo... perderme entre acordes, canto y sudor.


Quiero aclarar aquí que no "se me pagó" para hacer este reconocimiento a tal lugar... es sólo que mi nostalgia por sitios así hoy me invadió pues, aquí en la "rancheril" Guadalajara, hoy día no existe un sólo lugar dedicado a esa diversidad musical que "Bardo" ofrece y que, a mi juicio, debería ser "vergonzoso" para esta metrópoli.

Quizá "Flor de Toloache"... quizá.


Con afecto a Jaime Martínez y familia.

domingo, 20 de agosto de 2023

 .

A mi edad, en muchas ocasiones me llegan imágenes a manera de flash que forman parte de mi remembrar en la vida.

Como el lugar donde estuve cuando nació cada uno de mis hijos; algunos de ellos, recuerdo, donde incluso sentí frío o inutilidad al "no poder hacer nada por mi esposa" en su trance y proceso para traer a alguno de ellos a la vida.

El primer día que conocí a mi esposa, la situación que lo generó y la displicencia que jamás existió de su parte para que nuestro encuentro desembocara hasta culminar en años de relación y convivir.
Bajo este protocolo de recuerdos, cada una de las situaciones que más removieron mi sentir refiriéndome a las demás mujeres que han atravesado por mi vida.
Cada una con el extra del entorno, el clima, mi sensación interior, preocupación, temor, desespero, alegría, deseo y, por qué no, incluso desgana.

Aquellas aceras, tardes, andanzas, vergüenzas o el pavor constante que ha sido siempre el desnudarme sexualmente ante alguna de ellas.

Y no propiamente mi texto en esta ocasión desea resumir mis relaciones con alguna fémina, sino que quiero hacer denotar que cada uno de dichos recuerdos me acompañan en suma cotidianeidad en cada andar, en cada traslado u observando algún detalle, postura, comentario o vestimenta en las personas que me acompañan en el transporte público... qué decir de los aromas.

Qué añadir de las tardes lluviosas, de ese petricor citadino que se suma o hace detonar en mi memoria otras andanzas, otros lugares y habitaciones u otros días o noches de insomnio o con llanto...
Aquel asomar constante a la ventana como queriendo conectar con el entorno sin estar ahí y a sabiendas que "todo está en orden" en el interior del hogar.

La soledad da para tanto recapacitar que muchos de esos días en ocasiones sólo es preferible adentrarse y sumergirse en lo trivial más que cotidiano de cada trayecto al trabajo y el retorno a casa... todo con el fin de no recrear momentos hermosos que sólo podrían anidar tristeza por añoranza o, en gran contraparte, revivir dolor e intransigencias que terminarían por "agriar" alguna tarde-noche o incluso "golpear a Morfeo" y hacerlo huir para no hacerse aparecer en horas...

domingo, 23 de julio de 2023

 .

Y en el siguiente atisbo percatarme de que amanece...

Del que ha sido una nueva madrugada de insomnio colmada de escenas desastrozas donde tu nombre y el mío, tu rostro sobre el mío, tu amor y el mío se encontraron y se tuvieron de frente al fracaso conocido, al escrutinio mismo y sin conclusión relevante... sólo para el abismo o el dédalo.

Madrugada interminable donde el reloj pareció jugar con sus minutos, donde el sonido de la respiración inundó toda la habitación sin jadeos, sin sollozos, sin que nadie más pudiera adivinar siquiera de que ocurría ahí una hecatombe silente mientras el ventilador se mantenía estable con sus giros... sólo para volver a refrescar mi dolida piel colmada de ausencia.

Donde la ausencia de Morfeo, con su acostumbrada maravilla, sólo plasmó siluetas frente a mis párpados que no terminaron por crear la luz y así poder adentrarme a ese mundo sublime, pleno, con sus valles y parajes coloridos... mundo donde se puede salir del laberinto o crear uno nuevo. Mundo intocable e inasible con cada hora transcurrida.

Y que, si bien en la habitación reinaba el silencio y el sonido de mi palpitar, muy a lo lejos en mi recuerdo resonaba alguna frase, algún reclamo, alguna sonrisa transformada en lágrima con cada ir y venir de mi cuerpo de un costado a otro sobre el colchón que yacía esa noche debajo mío como intentando sostenerme para protegerme de una posible caída al abismo del dolor...

Y en el siguiente abrir de mis ojos, ese percibir de la luz del nuevo día...


Qué inutilidad entonces del teléfono, de las redes sociales, del servicio de paga en el televisor, del recurrir a las letras o a la guitarra...
Qué "buena resaca" mundana y sentimental por todo lo vivido quizá en exceso, por lo amado u olvidado...
Qué gran día avecinado lastimando en los ojos... con el peso del laberinto sobre la espalda y, dentro de los oídos, gritos provenientes del dédalo mismo que nadie más escucha.

martes, 20 de junio de 2023

 .

Para esta fecha en que lees ya habré librado o digerido gran parte de la vorágine de emociones que en inicio de este junio se sucedieron en mí.

"Ataques" de parte de Morfeo hacia mi integridad física, hacia mi remembranza y amor o hacia aquello que aún no he superado por no haber "hablado en su momento" con cada implicado.
En este ámbito, recuerdo a aquellas quienes pudieron exteriorizar en su ocasión y hacia mí gran parte de lo que les aquejó y dejar en claro cada sentimiento "sobre la mesa" para, así, aligerar su paso y marcha por la vida.

Recuerdo a mi hijo arrojando sentencias altisonantes a mi rostro mientras lloraba e intentaba comprender mi postura (que quizá para él resultaba absurda) referente a mi papel y actuar en mi relación... supongo que, en aquella ocasión, al menos pudo desechar y quizá procesar gran parte de lo que le aquejaba y, al ponerlo "sobre la mesa", se liberaba al mismo tiempo de ese lastre.

Aquel quien, aprovechando un enorme destello mío de sinceridad, lo restregara en el piso, me humillara y me llamara mentiroso e hipócrita... supongo que gran parte de su propia frustración la descargó en ese mismo momento "para su bien" mas "sus cartas terminarían por caer de la mesa" luego de unos años cuando recapacitó en lo enorme de su error y suplicara perdón... lastre de aquí... lastre de allá.

Aquella quien, desde una mesa en plena presentación musical mía, dirigía una mirada crucial para mí a manera de reclamo, de lucha interna, de revalorar lo que se tuvo o qué sé yo...  supongo que, al menos con ello, pudo en cierta manera hacerme entender que algunas cosas quedaron por decir y que ya no habría manera de replantear o recapitular en un futuro.

Aquella quien, desde la comodidad de su casa y apoyada en dos o tres copas de alcohol, arrojó sin piedad lo que fingió y predijo de nuestro pasado y para nuestro futuro "sin yo percatarme de ello"; trocando toda la charla en un suplicio colmado de injusticia y falsedades...  Sostengo que, al menos esta última, sí "arrojó todas sus cartas" frente a mí con el más ferviente deseo de olvidarme y quitarse la lápida que desde su espalda arrojó por su boca.
Lápida que, luego de tenerla yo por unos días, terminé por dejarla recargada en un poste en alguna calle.

Luego, yo mismo haciendo las veces de juez y parte hacia mí, hacia lo logrado, hacia lo omitido, hacia lo callado...  El recuento de las situaciones, las pausas obligadas que interfirieron y crearon ausencias, las lágrimas silentes de alguna mañana o coche que sólo yo digerí y sequé desde mis mejillas sin haber testigo alguno... incluso, sin mi guitarra.


Trozos de "culpa" que se siguen cayendo a pedazos o que se mantienen un tanto latentes en mí y, todo, por no poner "las cartas sobre la mesa", por creer que ya estaba "digerido" o simplemente por la enorme proporción del daño causado...

Muchas veces he llegado a creer que el perdón no existe en los humanos.